La denominación de origen Montsant se creó en 2001, y la constituyeron las bodegas de la subzona de Falset que estaban incluidas en la denominación de origen Tarragona. De las 28 bodegas de su inicio a las 59 actuales se explica el enorme crecimiento de la denominación de origen Montsant en pocos años. La mayor parte de la zona de producción se encuentra situada en la comarca del Priorat y en menor proporción en la ribera del Ebro. La convivencia de grandes cooperativas con bodegas familiares produce 10 millones de kilogramos de uva anuales a partir de las 2.000 hectáreas de viña cultivada en la región. El 70% del vino elaborado se exporta a países como Alemania y Estados Unidos.
En el Montsant está la unificación del clima templado mediterráneo y el clima más fresco propio de las montañas de tamaño medio. La región se encuentra situada entre los 200 y 700 metros de altitud con una pluviometría anual de unos 500 litros. La denominación limita por el norte con las sierras del Montsant y La Llena, al este la cordillera pre-litoral, al oeste las sierras de La Figuera y del Tormo y en la parte más meridional encontramos tierras más abiertas regadas por los ríos de Siurana y Montsant. Una geografía bastante accidentada y abrupta que sólo se suaviza en las zonas del sur. Los suelos que conformarán la región se dividen en terrenos calcáreos sedimentarios, arenas graníticas y suelos pedregosos de pizarra formados por pizarras silíceas.
El 90% de la producción está destinada al vino tinto y las variedades permitidas por el Consejo Regulador son la Garnacha Tinta, Cariñena, Cabernet Sauvignon, Merlot, Monastrell, Picapoll Negro, Garnacha Peluda, Syrah y Tempranillo. Desde la denominación aconsejan siempre la elaboración de vinos con Garnacha Tinta y Cariñena ya que son las variedades más autóctonas de la región y las que mejor expresan la identidad del Montsant. Las variedades de uva blanca autorizadas son la Garnacha Blanca, Macabeo, Chardonnay, Moscatel, Xarel.lo y Parellada. Resultan interesantes los blancos vinificados con la Garnacha Blanca y Macabeo ya que consiguen un paladar sedoso y estructurado. Por otro lado había una larga tradición con los vinos dulces, rancios y mistelas que se ha potenciado en los últimos tiempos para recuperar el antiguo prestigio.
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