NOTA DE CATA
Color
Limpio, Límpido y brillante. Color amarillo paja con reflejos dorados. Muy agradable a la vista.
AROMA:
Intensidad con muy buena complejidad de aromas en estado puro, donde encontramos un abanico de cítricos, hay donde la naranja se alza con muy buen protagonismo. Todo ello acompañado de unas percepciones balsámicas y especiadas que en su conjunto lo hacen muy agradable en nariz.
GUSTO:
Entrada muy delicada. Largo en boca, en la que encontramos que no tiene extremos muy duros y una acidez muy agresiva. Acompañado y perfectamente equilibrado con una excelente armonía a su paso por boca.
MARIDAJE
Gracias a su versatilidad lo hace ideal para poder acompañarlo con toda clase de platos al que quizá peces blancos, pescados a la brasa o al horno, mariscos, carnes blancas y comida picante.
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Sólo hay que hablar de Meursault para evocar un sinfín de preguntas sobre el icono de residente del pueblo, Jean-Francois Coche. Comenzó a trabajar en los viñedos familiares junto con su padre, Georges, a los catorce años, convirtiéndose en la tercera generación.
Desde entonces, el enigmático y modesto Jean-François ha aceptado de mala gana la fama de sus vinos. Cuando se le preguntó, seguramente diría que es un rigor, una vigilancia constante y una adhesión a la tradición de la vieja escuela que hace que los vinos sean tan especiales. El patrimonio de Jean-François parece más ligado a los estudiosos y religiosos que una vez propagaron esta zona de Borgoña durante la Edad Media que a los galos de la tradición, ya que su estilo de trabajo es casi hermético. Cuando Kermit, el cliente más grande de Coche, pide una cita, siempre se le dice: "Sólo por la tarde cuando vuelvo de las viñas". Hoy, su hijo, Rafael, ha tomado las riendas con su mujer, Charline, y los dos siguen la tradición familiar con gran reverencia. Cultivan casi nueve hectáreas de viñedos en minúsculas parcelas sobre seis comunas: Meursault, Puligny-Montrachet, Auxey-Duresses, Monthelie y Volnay. Aproximadamente la mitad de sus explotaciones se sitúan en torno a su ciudad natal de Meursault, con sus parcelas de Borgoña que rodean la casa y la bodega. Aunque son más conocidos por su Chardonnay, también hacen botellas de seis exquisitos Pinot Noirs. No se plantan clones de ningún tipo, una absoluta claridad en Borgoña, donde los inviernos fríos, húmedos, las tormentas espinosas de la primavera y las lluvias de cosecha hacen que la agricultura sea un desafío. Una vez en la bodega, las vinificaciones son largas y tradicionales, con contacto con las lías extendidas. Este tiempo extra a las madres impide la oxidación y trabaja conjuntamente con la frescura excelente que sus uvas consiguen. Se utiliza una buena proporción de madera nueva, para no influir en el sabor del vino, sino para ampliar el potencial de envejecimiento de estos vinos. Es su acidez vibrante, a menudo escondida en la opulencia que los ayuda y los envejece con tan con éxito.